domingo, 11 de febrero de 2018

Germán, en el nombre del demonio

Germán… 

Claro que recuerdo ese nombre, yo nunca olvido uno: pequeña víctima de sí mismo, ignorante de su capacidad, temeroso del profundo abismo y con temor, gran creatividad. Sí, lo recuerdo, era igual que todos. Llegó una mujer a mí rogando, por un alma ajena como María, pedía por su ser más amado, por alguien que la lastimaría. 

Hoy en día un texto yo encuentro, con lágrimas ella narra una despedida, su propuesta es hacer algo siniestro, por su alma, por no darla por perdida. Liriadé es el nombre de la valiente dama, que hace años a Germán su suspiro dedicó, que en su auxilio entro en la llama de mi hogar, lugar en que no abdicó. Germán era un chico raro y solitario, de Liriadé su amor en un orfanato del cual, al niño sacó un millonario. Liriadé lo dejó ya tarde por mandato. Germán aún así la recordaba. Ella sonriente le siguió los pasos. Él cuando sintió terror la buscaba y ella le abría su puerta y sus brazos. 

Germán estaba aterrado y frio, sus lamentos al ajeno lastimaba, sentía que se apagaba como un cirio, como frágil vela a la que el viento soplaba. Contó el joven que en su casa a la media noche, la servidumbre a descansar había sido enviada, su cuerpo cansado ya le hacía reproche, y tranquilo pensaba en evitar desvelada. Pronto sonó en la puerta un llamado seco, un enviado llegaba en un mal horario, su llamado en la madera se hizo terco, su mensaje debía llegar al propietario. 

El joven era una persona solitaria, a su padre adoptivo nunca conoció, nunca le faltó alguna cosa necesaria, pero la soledad a su vida sentenció. Escuchaba insistente la llamada, de madera era su enorme portón, ese ruido que venía de la entrada, ese ruido le estremeció el corazón. Insistente el mensajero le llamaba, insistente los golpes en la puerta colocó, insistente quería entregar una carta, una carta que el padrastro le envió. 

Germán cuestionó la hora de entrega, santo y seña desconfiado él le preguntó, el cartero le respondió como colega –no preguntes, obedece al que la mandó-. La voz que tenía el mensajero al carácter de Germán dobló, aunque siempre fue orgulloso, esta vez al sirviente obedeció. Con temor el joven abrió la puerta, su mano a la visita extendió, recibió en su palma la carta, una imagen tétrica lo impactó. No era un cartero el mensajero, sino divino portador, de noticias de buen y mal agüero, con enormes alas y gran fulgor. 

Desde el inicio de los tiempos acostumbraron los señores, aquellos que al mundo dieron sueños, aquellos que se hacen llamar dioses, mandar criaturas extrañas que no pertenecen a este mundo. Suelen ser criaturas aladas de carácter muy iracundo. Son ángel, son Caronte, Shinigami o Parca; llámalo como gustes, colector de vidas, no de almas, es conductor de destinos, no negociante de caminos. 

Era el joven de ímpetu agresivo, no obstante la llamada era fuerza superior, era reclamo de un divino motivo, un motivo del que es, el que es señor. 

La carta comenzaba con un extraño saludo, escrita con letras familiares la carta comenzó, el papel que venía escrito era de su propio puño, ese texto él mismo escribió. Pero el tiempo era lejano, de un pasado que al papel el tiempo amarilló, imposible que fuera su propia mano, a sí mismo se dijo – no lo hice yo-. El texto siguió él leyendo interesado, hablaba de un deseo sincero por más aprender, por ser señor de técnicas y eterno, de talentos, conocimientos y poder. 

La carta fue escrita por él mismo en épocas atrás, cuando erudito lo llamaban los hombres, cuando sabía sobre filosofía y ciencias, cuando tenía ¡Sabio! entre sus nombres. Dominante de las artes más famosas: de música, escultura o dibujo. Pero igualmente de las oscuras; como magia, adivinación o conjuros. 

Germán tenía todo lo que la vida le podía ofrecer, experiencia y riquezas, alianzas y méritos, lo que no tenía era lo que él podía prometer, no tenía más futuro, más años pedía a gritos. Juventud, eso que nadie ganará trabajando, eso que todos tienen y sólo aprecian cuando se pierde, lo que nadie contempla mientras lo tira soñando, eso quería Germán, una vida con jardín siempre verde. 

Entonces vino a mí… 

Y como a todos los que han venido yo lo cuestioné, ¿Acaso no es tu señor el de los milagros? Mis palabras cuestionan y me reclaman que le traicioné, anda, ve con el que cuida los rebaños, ve con el que llaman padre, con el que separó al agua del cielo, con el que te puso en tu corazón sangre, eso le contesté, sincero, y sin celo. 

Los hombres hablan de eternidad, de lo perfecto y lo bello, predican virtudes como la humildad, y otras tantas que prometen el cielo. Empero no destacan que si algo es infinito, nada fuera de ello puede haber, que entonces todo es su atributo, y que es lo mismo Miguel que Lucifer. 

Los herejes por ello no pecan, más los creyentes fallan al hacerse su fe, para unir intelecto y cuerpo un alma inventan, y luego a su voluntad restan poder. Muchos más ven y más quieren, y no crecen sus brazos para poder alcanzar, pensando en lo que no tienen se hieren, y a su alma comienzan a abaratar. 

Creen que un alma vale riquezas, ¿piensan ustedes hombres que su espíritu es precioso tesoro? ¿que tengo un castillo del que almas son piezas?, que pueden cambiar devoción por oro. Todavía sueñan con escasos años de placer, en que disfrutarán de éxito y de fama, creen que en un corto tiempo todo podrán de comer, y que sin esto su vida solo es drama. 

No toleró mucho tiempo el muchacho que por un pacto vino, como todo hombre argumentó su valía, no acepta que ante el ángel de luz resulta ser mezquino, no acepta que su deseo es capricho de rebeldía. 

La vida y la muerte son lo mismo, el paso del tiempo es relativo, los eternos vemos en el hombre cinismo, vemos su pensamiento primitivo. 

Germán pensaba juventud eterna pedir, como tantos alemanes lo han propuesto, quizá también busque al final redimirse, como pícaros en obras lo han resuelto, y así a las leyendas podría unirse. 

Pero esa fórmula es tan vieja como el deseo, como el sueño de burlarse de los dioses, lo hacen desde el tiempo de Prometeo, lo hacen hoy inventando nuevas versiones. Y así despedí al de nombre de guerrero, le envié a entregar su fe con quien la valora, con el que se hace nombrar “el Primero”, con el que al alma sí atesora. Pero como antes dije en sentencia: la vida y la muerte no van de la mano, no tienen una distinta esencia, pues, son la forma del tiempo en el humano. A la que llaman muerte él se acercó, en esa primera vida que él ya no recuerda, a esa dama fría él le rogó, a esa dama le pidió no cortar su cuerda. 

Más esa blanca compañera jamás regala, pues nada sale de la nada ni por completo se apaga, no comprende de los hombres funerala, pues ella sabe que no por transformar es maga. Aunque Germán era inteligente le fallaban las virtudes, le faltó humildad y prudencia, cuando a la muerte le expuso sus razones, a él se le ocurrió presumir su procedencia. De familia acomodada, era noble, inteligente y cultivado, de técnica refinada, hombre que también velaba por el estado. 

Sus talentos fueron varios, tantos como colores la luz revela, sabía que le bendecían sus aliados, y dijo que a los débiles respeta. Dijo que sentía un terror, de envejecer y los cuidados ver marchitos, dijo ser hombre de honor, y aceptar si lo mezclaran con malditos. Que no le importaba si fuera al infierno, o que el infierno llegara a donde él, pero que no quería ser un viejo, no quería ese destino cruel. La bella dama lo encontraba contradictorio, que pidiera cambiar placer por sufrimiento, que huyera del hades al purgatorio, que dejara expectativa por sufrimiento. 

Entonces ella le propuso no obsequiarle nada, más un cambio le permitió, que no le saldría una cana, pero a cambio sus recuerdos le pidió.

–Tendrás la apariencia de la edad que tu gustes- la muerte sonriendo le explicó,-mas, solo tendrás recuerdos del momento que elegiste- le acercó la mano, y él se la apretó. Desde entonces tuvo una vida indefinida, sólo yo sé por cuántas vidas pasó, cada 27 años la repetía, cada 27 se reinició. 

Hace 27 años volvió a un bebé ser, olvidando una nueva era. En un orfanato pudo crecer y se aseguró que su riqueza volviera. Por eso no conocía a su benefactor, por eso conservó habilidades tan preciadas, no necesitaba profesor, pues sus técnicas ya eran refinadas. 

Lo que más me gusta es su mirada cuando la carta leyó, cuando se entero de su origen, y del pacto que selló. 

¿Acaso no era valiente? Era mi duda cuando usó una nueva expresión, cuando su realidad era diferente, a la que en otro tiempo le parecía evolución. 

Flexionó sus rodillas y de ellas se abrazó, con una mente cursi quiso pensar en su madre, en su origen, una identidad se buscó, y notó, que para tener pasado era tarde. Sólo le quedó en Liriadé pensar, en esa compañera que era fraternal, en esa joven que no vivió como princesa, sólo ella por él podría llorar. Entonces huyó de su hogar, llevando sólo su miedo, su salvación salió a buscar, en alguien que de él tuviera un recuerdo. 

Cuando a ella su historia narró, contándole la angustia de ser un condenado, diciéndole lo mucho que la amó, cuánto la quería y se lo había callado. Pequeño hombre de pobre espíritu, en un instante está rogando por emociones, diciendo sobre lo aburrido del hastío, después quiere paz y alejarse de pasiones. Yo sabía que se arrepentiría al probar el castigo, de valiente daba licencias, al mundo tomaba de testigo, para luego negar su título rogando por clemencias. 

Que increíble puede ser un hombre, increíble su deseo por ser inmortal, prefiere pasar por siempre hambre, pero considera pecado ser temporal. 

Mas no considera pecado el arrepentirse, el dar varios pasos atrás, siempre considera redimirse, diciendo que lo perdonarían los demás. A una conclusión llega Germán, a que si envejece, después morirá, haciéndose de su edad guardián, seguro expiación conseguirá. 

Además su vida actual no tenía defectos: tenía riquezas, fama, promesas de honores. Tenía amigos y adeptos, tenía de Liriadé sus amores. Liriadé era su esperanza, si ella le cuidaba su corazón sería perdonado, de ello tuvo confianza, de ello tuvo el corazón iluminado. En cambio ella no tuvo esa experiencia, ella sólo fue con el demonio en el deseo, ella que en el corazón no tiene pobreza, ella tiene un corazón ateo. 

Para ella no hay misticismo, para ella la obediencia es hija de la tiranía, ella con la muerte no entiende lo mismo y con la muerte no se lastimaría. Grandiosa es la vida, grandiosa es la muerte, que son una sola cosa unida, con un lado al otro diferente. También es la realidad así, mientras ella lamenta una pérdida el otro se hace eterno, ella sostiene un derrame carmesí, él se muere conservando 27 años de recuerdo. 

Descuidado fue Germán al abrir de noche a un tunante, el villano ahora escapa con riquezas, ella siente el cuerpo frio de su amante. ¿Cómo puede morir un chico con la vida perfecta? ¿Cómo podría Germán dejar eso? Mejor es tener una vida selecta, mejor es darle más peso. Pensar que ha tenido más vidas en una sola vida, crearse una historia de engañar a la muerte, de decir que de todas sus vidas, ésta es preferida, que él ha elegido su suerte. 

Pobre chico no se conformó con ser humano, no valoró sus acciones, prefirió lo mítico y profano, hacerse enajenado en oraciones. Ella siempre fue distinta, siempre le guardó dulzura, pero entre la pena que le causaba, ella respondió con ternura. Ella lo amaba y así lo aceptó, sólo escuchó su cuento, su mano apretó, luego le respetó su momento. Lo que ambos coincidieron fue que era real lo que pasaba, ella lo sentía morir, él se inmortalizaba, ambos quisieron vivir. En el mundo de carne ella recuerda a su amigo. En la mente Germán se quedó con su recuerdo. Ella sabe que esto es parte del camino, él la hizo la cura de su miedo. 

Sus 27 años, la única vida que conocía, de la que solo tenía recuerdos, esa vida enmarcaría. La muerte no escucha caprichos, no cambia nada por nada, él podrá renegar con gritos, él contra la realidad blande su espada. 

Así Germán se inmortalizó en el último instante, se hizo creador de una realidad nueva, la de una realidad aparte, la que cuenta como demonio poeta.

martes, 26 de diciembre de 2017

En el silencio de su espacio


¿Cuánto tiempo necesitaba para volver a sentir terror? 

Ella respondió que sólo era cuestión que algo me volviera a importar. Lo dijo como una frase lapidaria, como un mensaje que quisiera grabarme en la frente con postura ventajosa, pues entre sus manos y muy cerca de su afilada sonrisa tenía sostenido mi cuerpo por una muy valiosa proporción. Creo como nadie replicaría yo a una leona como ella teniendo posesión de la esencia de mi hombría, y era placentero.

Desde la primera noche recuerdo cruzar con ella apenas un roce de inteligencia, un solo comentario, apenas el más breve enunciado que hacía referencia al deseo. Y con eso bastó, como fiera se lanzó sobre mí llevándome tras las cortinas haciendo gala de su naturaleza de felina cósmica y su ronroneo con perfume desconocido: tan diferente, tan perturbada, tan lastimada.

Como cría alejada de su hogar a la fuerza, habiendo sido arrebatada de pequeña de lo único suyo, su refugio de pureza, siendo sometida y silenciada para traerla a este mundo, este planeta y estas tierras. Yo le preguntaba sobre su aterrizaje y demás detalles del viaje espacial y ella me respondía intercalando detalles y caricias, una palabra iba seguida de sus dulces garras inspeccionando mi torso o mis piernas mientras me contaba cómo recuperó el amor propio siendo una eterna extranjera. Ella no sabía cómo volver a casa, pero me prometió enseñarme a perderme más, entonces acordamos tomar posesión mutua, empacarnos juntos para una fuga espacial, ella tan dispuesta de entregarse sin temor a quedar flotando en una lata de metal.

Ya no puedo decir si hoy, pues entre estrellas no hay ni noche ni día, no puedo mencionar al ahora cuando estamos flotando en lo infinito, cuando las caricias son… Simplemente son; ni sobre ella ni dentro de ella, alrededor o meteóricos ataques que le cubren el rostro feliz y que ella bebe como dulces. No, el tiempo no tiene espacio en lo eterno y las caricias son todas a la vez: fuera, dentro alrededor e impactándose en ella. Y el instante es lo mismo que devora el brillo estelar y a la oscuridad misma, estamos unidos y no hay el inicio de uno y el final del otro, y así… flotando, viéndola morir y revivir innumerables veces emulando a la luna en sus ojos, así me desespera no escucharla gritar.

Y este silencio es un terror contrastante, pues ante nuestro éxtasis explosivo y ardiente cual supernova, el silencio a la vez nos abraza en un manto delicado. A diferencia de la tierra donde un beso es aplaudido por el agua cayendo o las aves volando, o por el susurro de la cigarra que muere y los labios despegándose poco a poco para abrir paso a lenguas que hacen algo mejor que hablar, en el vacío no hay gritos ni para bien ni para mal. Sólo veo su sonrisa y mirada que demuestran que estoy haciéndolo bien, siento que me atrapa y se aleja de la idea de soltarme alguna vez. De igual forma yo no puedo dejar de entrar en ella con firmeza y carácter.

“No hay terror más grande que aquel que se tiene a lo desconocido”. Es un rezo del profeta de lo que duerme en lo profundo, y ese mismo terror es lo más antiguo, y como ella y yo seguimos flotando, desde la creación hasta la entropía absoluta, entre colores inexistentes y el canto de los planetas, nuestros cuerpos y nuestros sentidos no son suficientes para describir nuestro acto, la palabra placer no será suficiente, ni el amor ni algún invento terrestre.


Solos, perdidos en lo indescriptible y gozándonos, sin rezagos de memoria, sin esfuerzos de etiquetas, sin la esclavitud a lo real que se profesa esperando la venida de un solo señor. Solos en lo cíclico del eterno retorno y más allá de los instintos. Somos un eterno goce.

domingo, 29 de octubre de 2017

Aunque albino sea tu nombre…

Aunque alvino sea tu nombre de colores tienes llena el alma, y yo siempre invoco tu nombre con la clara idea de lo pulcro e intocable olvidando lo tanto que te has dejado colorear y tanto que has coloreado. Sonriéndome entonces; estás tú, riéndome, disfrutándome, besándome, comiéndome, consolándome, sufriéndome … viviéndome. Porque en ti elegiste llevarme siendo tú pieza de mi vida y yo de la tuya.

Como dos piezas de un extraño material cuya física y metafísica no los atraen por gravedad, y se pierden y reencuentran en un plano trasatlántico, uno intercontinental y atemporal… De extraña naturaleza tan rara que está en todo, pero pocos la hacemos sentir especial. Eso o es tan común y lo raro es la sensibilidad de entender en lo lejano como parte de un hogar.

Y nos llamamos, y nos buscamos… Nos referimos en las gracias y entre sueños malos nos abrazamos. Al menos yo te busco. Cuándo dices que me extrañas ¿Susurras mi nombre o al menos tus ojos me buscan perdiéndose en el ayer? ¿O es tanto mi deseo que te mantiene a ti y tu aroma aún en mis brazos, y a tu voz en mi impaciencia por tu llegada?

Y es cierto, no puedo esperar a verte sin que mi mente me exija decretar, que apenas pueda me haga contigo en un tornado horizontal; uno que haga centellas apenas el aire nos tocara, que sea tormenta y su rastro deje inundado cuanto recinto sea testigo. Disculpa que sea tan directo, jamás lo he sido contigo, empero… ¿Qué nos podría alejar más?

No quiero pedir permiso para que vengas a mis fantasías, pues a todas has cuidado con un extraño cariño del que yo no siempre me siento merecedor. A veces creo increíble que tras mi vida enajenada y con el nombre del pasado marcado en la frente cual marca de maldito, marca de extranjero en toda tierra, marca de una bestia… Estés tú, dama con gusto delicado, sensible a tantos sabores y emociones, mencionado que te gusta que te llame.

Y miles de oraciones en el mundo van a dioses; sacrificios y dedicatorias, menciones y ovaciones. A los grandes y a los héroes, a lo consagrado y lo antaño. Y al ver en el aire tantas bendiciones, me siento bien de salir un momento de mi historia de pesares y elevar que en alguna parte hay alguien contenta con que la recuerde.

Y sí. Seré contigo atrevido, seré Tifón, seré un Kraken, Lucifer o Leviatán. Pues si alguna sabia me marcó como bestia, es parte de mi deber hacer revolución y tempestad. Te arremolinaré en mis adentros y te miraré, mientras nuestros hechos se hacen doctrinas de transversalidad, ciencia oculta que emerge para romper cualquier hermetismo y hacer de lo verdadero una antaña falacia.
Luz de luz, amor verdadero sobre amor verdadero, elegido, no asignado. De distinta naturaleza del pasado por quien fui olvidado.

Y cuando tu suspiro sea mi aliento, ¿Cómo llamaré a mi futuro cuando sea el pasado?


sábado, 21 de octubre de 2017

México antes DF a… muy tarde, como las 3 de la mañana.

En realidad me siento algo acomplejado por no haber logrado escribirte en tiempo. Más que un aspecto de tiempo y forma es una vaga idea de que a mi texto lo leas con indiferencia.

Pero la idea me acompañó hasta la cama, me siguió en las sábanas y se durmió a mi lado, en esas mismas sábanas donde algún día estuviste tú haciéndome dudar si yo era parte de tus malos gustos o tus malos ratos. Pues mientras tú buscabas en mí cualquier brillo, yo veía a una buena mujer que daba caridad lejos de su tierra ideal, lejos de sus iguales y, de un modo perverso jugando en la oscuridad a que descendía al infierno a mandar. Debo aceptar que junto a ti jamás me sentí un demonio; por el contrario, aunque en tu sonrisa me haría plasmar cada pecado terminaba yo buscando la gracia. ¿Y qué decir de tus ojos? En ellos a veces lograba enfocar que veías a través de mí, y no mi interior sino todo lo que tenía atrás, mi camino, mi ¿Qué será de mí? La verdad nunca supe si tuve algo o sólo fui objeto de curiosidad, una rareza particular, un accidente que podría pasar por momento irrepetible, un gesto… Me gusta creer que hubo un momento en que me quisiste.

Disculpa, intento ser sincero. Y como seguro recuerdas eso en mí significa a veces no ser tan inteligente, hablar sobre el mundo cual es aunque esto no me convenga, es buscar abrazarte, pedirte un beso y sorprenderme mientras me lo das. Es sentir nervios mientras tomas mi mano y perdernos en los lugares que considero mi hogar pero parece que conoces mejor que yo, es estar a tu lado  y decir que no te merezco. Eso es porque descubrí que eres una guerrera, una sobreviviente de lo adverso que tiene que luchar en un mundo cruel portando un antifaz de porcelana y empuñando la más fina de las plumas, el tipo de guerrera que está en un escritorio planeando cómo presentarse porque carga con el nombre del barco, porque le importa su familia tripulante; porque es capitán, cocinera, sobrecargo y mástil, así como tanto más. Porque sabes guiar como el viento, porque iluminas como el sol, enterneces como aurora y en el crepúsculo maravillas como Venus y persigues como Marte.
Hace un momento salí de un sueño que te contaré… Ahora…

En una parte del sueño que no logro ubicar… Me encontraba con mi amigo Manuel vagando de regreso de un concierto, ya era tarde y no había transporte. Imagino que estábamos lejos porque ello me preocupaba, y de entre la multitud destaqué la presencia de Liz, ella dijo que irías a recogerla y que nos apoyaba con el viaje. Poco tiempo más tarde llegaste tú y me dejaste sentarme como tu copiloto, para este momento quienes nos acompañaban ya eran Irma y Jafet. En el camino charlaba contigo con cierto sarcasmo, me preguntabas si algo me preocupaba y yo te contaba que era cumpleaños de alguien que amaba. Pero… que en realidad no sabía si escribirle o felicitarla pues podría no importarle, entonces pusiste una cara de fastidio. Llegamos al Tren Ligero, la cual era la base donde llegabas (si, manejabas el tren) y de ahí irías a la Joya y Manuel y yo tendríamos que agarrar transporte para Xochimilco. Al despedirnos me jalaste y dijiste que si le escribiera a ella y yo pensé en hacerlo en cuanto llegara a mi casa.

Había policías que no dejaban detenerse a los peseros pero en un salto pude trepar a uno que llevaba su cartel de Xochimilco, Manuel llevaba otro rumbo así que viajé sólo, no recuerdo haber pasado por La Noria pero tenía la sensación de haberme pasado, lo que sí ocurrió fue que nos bajaron a todos y comenzamos a caminar por callejones que iban de bajada, cada vez en lugares más oscuros y ahí comencé a tener una mala sensación. Algo me hacía pensar que si seguía descendiendo no podría regresar.

Y comienza el terror…

Como a la tercera escalera descendida decidí regresar y caminar a mi casa por mi cuenta, ya conoces los pasajes de Xochimilco, algunos callejones muy estrechos que son transversales a otros iguales de angostos, para pronto: de cualquier lado te puede saltar un espanto. Así que yo procuré mantener un paso firme y veloz sin enfocar la mirada en lo que hubiera alrededor, no obstante no pude mantenerlo siempre. Pasé por un callejón que a 5 metros daba al canal: y ahí estaba ella parada, vestida de blanco con un vestido entre catrina, novia y quinceañera. Con cabello negro o azulado y extendiendo sus holanes con ambas manos, parecía que estaba parada ahí para asustar de lejos a quienes pasaran, y así mismo parecía que lo lograba. Yo apreté el paso y seguí de largo sintiendo que en cualquier momento me seguiría, sólo llevaba mi teléfono y una revista enrollada; apreté la revista y pensaba que de esta noche no pasaba.

(Pausa incómoda en la escritura: un gato vino a Seducir a la Sonajita y comenzaron los sonidos macabros)

Sin embargo, al ser este mi último momento decidí que no me entregaría tan fácil. Empuñé mi revista y regresé para encarar a la Llorona, para verle la cara, para terminar con aquello que fuera a pasar de una vez. Y corrí a ella gritando con rabia sabiendo que no había mañana, lo que no sabía era si mi golpeteo con papel la atravesaría o moriría al instante, y entonces ella huyó. Como si fuera una novia en fuga levantando su vestido y cuidando de no caerse con las zapatillas.

En un instante comencé a parpadear saliendo del sueño y teniendo por un momento control de él, como si pudiera elegir en una completa vigilia o seguir soñando, opté por lo primero y me dediqué a escribirte.

Sólo duré un momento acostado sintiendo un escalofrío, con temor de que lo que fuera a hacer fuera lo equivocado. Era como cuando subías en mí invitándome a hacer de todo y yo me quedaba sin palabras, así es mi temor y así mismo lo que me excita: frío.

Durante el día pensé que esa mirada tuya que me atravesaba estaba puesta en un mundo al que no te podía acompañar sin dar la vuelta. A veces creo que sólo nos vimos porque nos cruzamos pero… Llevábamos caminos lejanos. En mi vida seguro me seguiré topando con guerreros y gente fuerte, pero tú no buscas a un caballero sino a un General, creo que puedes tenerme en tu corazón pero tu amor camina frente a ti, camina con quien puedas admirar y desear ser como él. Puede ser un ejemplo o tu tú ideal a seguir. No sé, quizá los soldados ganan batallas y para ti sean mejores los reyes que ganan guerras.

Me entristece tu silencio ¿Sabes? Pero con el tiempo he entendido que el tuyo es valioso para ti, que tu aliento no es para gastarse y que yo no me pude levantar como tú querías. Cuando te accidentaste te llevé galletas, y no te encontré porque así lastimada te fuiste a trabajar… Lamento tanto lo que me perdí de ti pero lamentaría más que tú te perdieras algo de lo que has hecho, quizá para ti sea mediocre e irremediable el hecho que yo sólo pueda verte a lo lejos sonreír y aun así sonría por ti.
Lamento más sonar tan SAD y venir a felicitarte cuando me has mantenido al margen, y supongo que por algo será. Pero tú me dijiste que lo hiciera… Bueno tu Tú que sueño, que por lo general es muy franca y fría, que en otras veces me ha corrido y dicho que tiene novio, que cuando le he preguntado que si me quiere se asusta y hace el mismo gesto que tú cuando dices - Obvio no.

Pero igual sirva para intentar conmemorar una fecha, quizá para recordar que eres relevante y tus pequeñas acciones pueden ser la felicidad de otros. Porque para mí fuiste eso, un momento de justicia, una reconciliación con los accidentes, la ternura escasa que hubo en mi vida, la gracia sonriéndome una vez en el tiempo.

La primera mitad de mi vida fue muy oscura, y la segunda lo fue más. Al concluir creo que aún me fue peor. Mucho tiempo tuve esperanza y llegué a pensar que algún día sería digno de ser feliz, hoy creo que eso fue un mal viaje. Pero un día mi corazón de trapo sucio y remendado sintió por un momento que alguien lo sostuviera, y por ello me es menester agradecer, y agradezco por este día. Y deseo que todos los tuyos te sientas feliz, y como dicen por ahí… Que cumplas muchos años más.

martes, 27 de septiembre de 2016

Carta desde la tercera base.



Srta...

Una vez como muchas, me da gusto saludarle, algo inquieta a mi mente el hecho de saber que a su vez usted está inquieta esperando esto. Y no es para menos mencionar que eso es raro pues las cartas suelen llegar por sorpresa o a destiempo, quizá sólo hubo una vez alguien con conciencia que le llegarían albricias y letras gustosas esta noche insignificante, pero que se sabía motivo de agradecimiento, se sabía como lo festivo, como si un aniversario a su lado exigiera una oración de gratitud emulando a aquel punto del decálogo que dicta que... –debes santificar las fiestas-. Sí, así con el dedo arriba y haciendo voz de señor enojón. Y como ella sabía eso, y las consecuencias de ello, procuraba educar el festejo para desviar los sentidos de fanatismo y hacer de este posible discurso uno auténtico, uno propositivo y que dejara algo que no conquistara una noche, sino que al amanecer me hiciera seguir siendo un buen hombre.

Lo siento, en verdad lamento que jamás de los nuncas podamos pasar de una docena de palabras sin hablar de ella, quizá ello sea uno de los motivos fuertes para que seas tú quien me ayude a pretextar algún gesto de gratitud con la vida, más ahora que soy un bosque seco con forraje a expensas de una llama, que si antes consideraba a las deidades como males del espíritu, ahora son el mal en sí, una maldición del alma llamada Dios, el que es, o en mi caso... ella, quien era ella. Y como tú eres quizá la única espectadora con estómago y ojos para presenciar mis mutilaciones; con nervios firmes para mantenerse neutral, blanca, pura... Casi casta. Por ello, prefiero que esta noche seas abanderada de mis amigos, esa lluvia que me riega con la esperanza porque florezca antes del próximo verano y evitar que arda y arrase con toda vida que alguna vez haya estado en mí.

Y en verdad, después de pensarlo un buen rato, siempre te he visto pura, casi en cualquier sentido... Incluso a sabiendas de tus experiencias, tus gustos y preferencias. Incluso aún cuando fuiste la persona a quien llegué corriendo para contarle mis pecados. Ambos seguimos saludándonos como Srta. Y Srto.

Puro para ti y para mi es a ´priori, nuestro sello kantiano que siempre tendremos como si fuera la marca de la bestia, así nos lo enjuaguemos con fuego nihilista, con radiaciones de éter clásico, incluso si nos desconstruimos con postmodernismo, siempre tú y yo cederemos ante el deber, ante lo sintético, ante el silencio obligado que evita hablar de la cosa en sí. Tú y yo, siguiendo cariños paralelos, emocionándonos con emociones, admirándonos con lo admirable y corriendo por corredores, formándonos armas de muerte ya sea con artes marciales para el cuerpo o discursos para almas. Tú y yo seguimos aquí, ustedes siguen ahí, hay voluntad en el ahí.

Sé que no tendríamos que hablar de un nosotros como equipo aparte, que entre tú y yo las historias deben ser murallas, que al dormir juntos apenas podemos rosarnos los dedos, que somos tan prohibidos como Hefesto y Atenea, por lo cual ... En teoría yo debería terminar con la Zorra más guapa, jajaja.

Ay merecedora, siempre me orillas a bromear, a espantar las pasiones, no hay duda que si la filosofía es la mayor expresión de la amistad, ella es análoga a ti, tú, gran amiga. Querida cuestionante sin cuestiocamino que va cuestionando al preguntar, y que al preguntar y mirar atrás... Va bailando salsa sin ver a quien pisará.

¿Recuerdas aquel sueño que tuviste hace años? Uno que pudo habernos cambiado la historia y que estuvo a punto de lanzarnos a vivir en el mismo techo, nunca me diste detalles pero yo era tu héroe y te salvaba de no sé qué, y no me escondías tus secretos, más bien yo tan tonto que no te los preguntaba, me la pasaba hablándote y poco hice por entrevistar a la chica más enigmática de nuestra generación, esa niña que corría de los salones como luminaria de los encabezados, que causaba una intriga extraña en las mentes (en teoría) más ilustradas del país. Un espejismo para muchos, un fantasma para otros, alguien a quien perseguir para mí. Pero qué ironía de la vida, que dijera que comenzaría yo en tu cacería, que cuando te esperaba en tu salida en los pasillos  forjara amistades con los que también se quedaban afuera, que... Llegó el día que a lo lejos te admiraba, solitaria, tranquila, serena ante un suave soplo de otoño y que al decidir acercarme a ti, me sorprendías pues fuiste quizá la primera dama en confesarme que me estaba esperando, y no recuerdo para qué.

En verdad, contigo me siento como drogado, confundido y mareado, el dolor que Abraham enfrentó al estar a punto de sacrificar a su hijo tú lo contabas como si fuera un ungüento ante mis males de amores. Si Abraham es el amigo de dios, tú lo sacrificabas para hacerte amiga del hombre.

¿Qué confianza tienes en mí? Dime, porque me aplaudes en mis errores, porque reconoces mis logros, porque en los aforos buscas sentarte cerca. Ello me hace pensar que si te entiendo, entenderé lo que es la amistad. Porque resulta que me ves bello, que me entiendes bueno, que lo que detallo te parece atento. Dime cómo agradecerte, porque debo hacerlo así con mucha gente.

Amo tu sonrisa eterna, ese falso colmillo que se asoma, esa mano extrañamente larga que me queda en tus dibujos y que termino disfrazando con bolsas o arreglos, adoro tu nombre aún más largo que tu brazo y lo más genial, ese instante en que rematas mis historias y estallas a carcajadas, porque, terminé haciendo lo absurdo, a lo que tú llamas increíble, lo que yo llamo fracaso, tú le dices gesto hermoso. Y te ríes, y me miras intentando respirar normal, y con el acento más solemne derribas todos los cristales rotos para que no me corte con mi discurso y dices: -No sé porque no te ama-.

Te había dicho que te hablaría del saber, pero he dado vueltas en dudas y dudas, como si fuese un ente socrático que no sabe nada. Dime amiga, ¿Qué sabes de mí? Parece que estos años tú sabes más de mí que yo, porque levantaste los pedacitos que se me cayeron al ir tras ella, y hoy... Me los pegas en el rostro como si fueran estrellas, haces que mis heridas sean mías, pero aún más mis pequeñas alegrías, te esmeras porque esos recuerdos dolorosos los goce con orgullo... En serio, te imagino retocando mi cara como si se tratase del cielo y tu mano es la noche, y su paso es una oscuridad que revela los destellos que no se ven en el día, eres consuelo, eres la pregunta por la ganancia, la mujer que cura, la que me llama merecedor a mí.

¿Sabes?

Lo que yo te digo ahora es público, creo que ya lo sabías, siempre me preguntas lo más íntimo, lo que con otras vivo sobre o bajo las sábanas tú lo sabes, y por eso te elegí, porque muchos entenderán que si hoy puedo verte de frente preguntándome eso, es porque lo preguntaría frente a todos y todos podrían estar en tu lugar, porque te preocupas por mí como todos, porque todos se preocupan al igual que tú, de una forma especial.

Nietzsche tenía razón al decir que una persona inferior es la que llama a todos iguales, y eso me dice tu amistad tan única, que todas lo son igual de únicas, igual de especiales. Ese detalle que tuviste hace años en mi otro cumpleaños ha sido algo de lo más bonito que alguien me haya regalado. ¿Lo recuerdas? Me pediste algo valioso argumentando que lo querías mucho, que también era valioso para ti, sin embargo mi cachivache tenía una historia simple, lo tuviste y... Me lo regalaste en mi cumpleaños. Cuando lo necesité, tuve que vender algunos tesoros y tú, así como ustedes, cuidaron que no volaran tan lejos, pero esa foto apócrifa, tú la adquiriste como si se tratase de reliquia, fue tu tesoro que te rememoraba las horribles mañanas de domingo en el Beisbol, dijiste que las quemaduras en tu piel de infante te hicieron odiar esos campos de diamante, que odiabas a los diablos y sólo por eso te hiciste tigre. Pero que querías la foto, porque te acercaba a tu papá... Y ahora es el momento de la carta en que lloro.

Oh sorpresa, comprabas mi regalo de cumpleaños...

¿Cuál era mi regalo? Sólo escucharme, saber algo de mí, saber lo que me gusta, compartir mi recuerdo y hacerlo especial sólo diciendo que es especial.
Gracias amiga, por batear bien cuando hay casa llena, y batear mejor aún cuando necesito tiempo para correr y cuidando que no sea hit en contra.


Te quiero.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Carta desde aquí... Pá la Realeza.



Con el corazón para la princesa...

Buenas noches, o días... Disculpa, no sé en qué momento lo leas pero de seguro cuando eso suceda tengas un poco tenso el ceño y los labios juntos, ya me imagino tu expresión de chica enojada a punto de romperte ante la risa, el rostro bello y serio con el que siempre me saludabas y que un instante después dibujaba una enorme sonrisa, ¿Sabes? Me encanta tu sonrisa, quizá porque me costaba algo de trabajo ocasionarla, quizá porque te la pasabas sonriendo cuando nos juntábamos, ahora estoy sonriendo.

Seguro es el saludo más absurdo que alguien te ha escrito, ponerme a hablar de risas cuando mi intención era concretar un compromiso añejo, una de nuestras Pinky Promise con el puño. Aunque te confieso que pensé que lo haríamos tirados en el sillón con un café y con Bach de fondo, pero ¿a quién engaño? Seguro terminaríamos como siempre, tirados; pero con cerveza y quizá música bailable porque... Me encanta bailar contigo y con tu sonrisa discreta, tus palabras mientras girabas y ese abrazo tuyo con el que me recordabas algunos planes; pero sigo alejado del objetivo prometido... Platicar de leyes.

Estuve pensando mucho en ti y tu compañía, aunque varias veces nos molestábamos terminabas riendo y empujándome a hacer locuras, como si fuera yo tu campeón en hablar o actuar en público. Era tu candidato, tu orador, tu guionista y hasta tu mago. Creo que siempre me terminaste haciendo sentir mejor, y recuerdo habértelo confesado; que me hacías sentir orgulloso, evitabas que sintiera vergüenza por reflexionar. Y ahí... en escenarios lejos de sobriedad me dabas una cátedra importante sobre el derecho más básico: El derecho a sentirse querido.

Y es que íbamos a tirarnos a hablar de leyes, ¿no? Sobre derecho y el estado de garantía, cosas así, algo un poco distinto a los sabores de cervezas, los costos del vino o la estética arquitectónica del cosmos, las tradiciones de occidente o las fantasías de oriente, las ironías bíblicas o las paradojas de la ciencia, del poder omnipotente del Monstruo volador de Espagueti o de la nula garantía de la misericordia del olvido, desde Roma hasta el final del mundo.

¿Sabes? Hace unos días fui a la Universidad Pontificia a unas charlas, me sentí en la meca del Ku Klux Klan. Eso porque el tema es uno muy polémico estos días: La ideología de género. No me preguntes cómo llegué ahí, eso saldrá poco a poco como todo, lo importante es que por primera vez salí de unas ponencias realmente enojado, quizá hasta triste. Había autores que se consideran autoridades en sus campos, uno es de hecho autor de libros que ocupo para algunas clases, bueno... En realidad no es muy buena la bibliografía de la Anáhuac, pero... A veces el ser profesional nos exige poder comprender a la gente boba que relaciona la psique con Dios.

Yo sé que muchas veces parto mi discurso de odio de la crueldad divina, pero esta vez intenté ser tolerante con los intolerantes, y no porque sea simpatizante de la familia gay o las posibles consecuencias del cambio de la familia nuclear, sino porque como sabes... Creo en el derecho a ser amado, y aunque no me consta por ser beneficiario alguna vez percaté que la gente se ama, y en consecuencia... vivían felices.

Ojalá pronto pueda exponerte el discurso completo con el que la psicología integral/personal y la fe se contradicen, pero por ahora mencionaré un par.

Rodrigo Guerra... Promotor de la antropología filosófica personal y destacado por su trayectoria en México y el extranjero; se atrevió a señalar que si permitimos la formación de derechos a partir de preferencias, terminaríamos legalizando cualquier barbaridad. De inmediato se me vinieron a la mente tipos gritando que legalizaran la marihuana o a las de 15, a veganos exigiendo en un futuro cercano la formalización de familias de especies múltiples, y no sé... A mi compañero del trabajo casándose con su Mustang. Pero mi costumbre problematizándola de inmediato reaccionó, dime querida Princesa... ¿La libertad de culto no es un derecho con base en preferencias?
¿Acaso no las garantías individuales están llenas de preferencias? Al menos las preferencias sexuales tienen un referente tangible, en cambio las religiosas sólo se basan en el imaginario, hasta cierto punto el derecho a creer en lo que quieras, es el derecho a ser ignorante. Pero esta gente... Me siento tan molesto, quieren descartar ideas de familia por incongruencias fisiológicas, porque un papá sin pene no es papá o una mamá con pene no es mamá, mientras que por otra parte gritan que todos somos hijos de un señor que ni siquiera tiene cuerpo.

...

Perdón por manchar con rencores nuestra charla, pero pocas personas se quedan a mi lado cuando me visita la furia, y tú... Con una sonrisa me acompañas en mi tragedia, me dices que las cosas estarán bien, me acompañas en el éxito sin estar pensando en otra parte, por el contrario te importo cuando se supone que soy importante. Gracias porque las layes en que crees son aquellas donde el amor y el perdón no es cosa extraterrenal, sino parte de la dignidad humana.

Gracias Princesa, por ser democrática, por sonreír ante los defectos, por confrontarme con coraje cuando es propio y por defenderme de mí mismo cuando soy ese monstruo agresivo reactivo.
Frankenstein hizo un monstruo ante sus ojos, pero él sólo tenía culpa por existir a causa del capricho ajeno, Ese monstruo cometió crímenes por el único deseo que tenía que era ser amado, sólo exigía un derecho intrínseco a la naturaleza de la cual partió su creación, y no lo consiguió. Tú me ayudaste a dejar de ser un monstruo.

Con completo cariño para ti... Abraham.


Germán, en el nombre del demonio

Germán…  Claro que recuerdo ese nombre, yo nunca olvido uno: pequeña víctima de sí mismo, ignorante de su capacidad, temeroso del profu...